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Mi llegada a la ciudad sagrada

Recuerdo el llanto profundo que salia de mi pecho al ver a  los peregrinos llegar a la ciudad de la luz ;enfermos, mugrientos, leprosos  llegaban a Varanasi, iban buscando la muerte fisica, con la esperanza de regresar a una vida mejor.

 

Desembarco de la barca temblequeante, subo las escalinatas hasta la explanada donde se encuentra el rincón de los muertos, las piras de cadáveres, donde hay varias  hogueras ardiendo, en una de ellas se encuentra extendido un cuerpo,  en otra puedo distinguir entre las ramas las manos que sobresalen sobre el blanco lienzo, me cuenta un "cazaclientes" que es la pira de un pobre, son los que no han tenido suficiente dinero para comprar más leña. Observo a sus  familiares acurrucados vestidos de blanco sin llanto alguno ni tristeza, no hay dolor ni impaciencia, me mezclo entre ellos, me acojen con gran dulzura y amabilidad, siento una paz enorme una comunión con esas gentes, que acabo de conocer en un momento que para nosotros en Occidente seria de dolor, para ellos es tan solo de tránsito hacia otra vida.  Esta ciudad sabe mucho de la muerte se relaciona diariamente con ella. 

Al amanecer doy un largo paseo por la ciudad santa entre los ghats, para ver como los indios hacen sus más íntimos rituales y abluciones "la puja"; respeto, oración con sus ofrendas. Observo como se asean y bañan en el viejo Ganges; niños desnudos,  yoguis y fakires junto a las inofensivas vacas sagradas y asi comienzan la fiesta del dia mirando como se alza el sol junto a perros famélicos buscando restos de comida que quedaron de las ceremonias del día anterior. Prosigo mi paseo por las bulliciosas callejuelas entre los bazares de la ciudad, con un fuerte olor a sándalo para ir cambiando  por el del denso pachuli, conforme me voy adentrando en las calles "los perfumes" van cambiando.

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La bruma del dia asciende por el rio sagrado, Benarés es una prodigiosa silueta de templos inclinados y palacios ruinosos, mi barca se desliza lentamente de regreso a mi hotel...

 

Mi más profundo agradecimiento a las gentes de Benarés por su acogida y enseñanza.

 

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